Divididos ante el Censo 2010
SAN FRANCISCO.— La Oficina del Censo lleva más de un año preparándose en pleno para el conteo decenal de la población, que ya comenzó oficialmente en Alaska y continuará en el resto del país a mediados de marzo.
Para promover la participación ciudadana, la agencia lanzó una campaña publicitaria nacional de $133 millones de dólares en enero, incluyendo $40 millones para anuncios en español y comerciales durante el Super Bowl, el evento más visto en la televisión estadounidense.
Pero en las calles de la Misión, en San Francisco y en otros barrios latinos del país, el cuestionario del Censo 2010 —que llegará a las viviendas por correo la semana del 15 de marzo y sólo incluye 10 preguntas— aún evoca desconfianza e incertidumbre.
"Yo la estoy pensando", dijo David Aguirre, un estudiante de inglés en San Francisco City College de origen salvadoreño. "Hay muchas personas que dicen que no hay que tomar el Censo porque esa información puede pasar directamente a (agencias de) inmigración. Muchos no tenemos documentos y esa es una forma del gobierno para ver cuántos somos".
Por ley, los trabajadores del Censo no pueden compartir las respuestas de individuos con nadie más, incluyendo con otras agencias de gobierno. El divulgar la identidad personal de participantes del Censo es un crimen federal que puede acarrear una sentencia de hasta 5 años de cárcel y multas de 250,000 dólares.
"Hay un miedo infundado que de alguna manera, los datos del Censo están conectados a la implementación de la ley", dijo Sonny Le, vocero de la oficina regional del Censo, que incluye al norte de California, Oregon, Washington y Alaska. "No hay ninguna conexión. No preguntamos nada sobre estatus migratorio y no importa si eres ciudadano o no".
Sin embargo, una encuesta reciente de la organización no partidaria Pew Research Center encontró que el 11% cree que el Censo se utiliza para localizar a personas indocumentadas.
La encuesta de 1,504 adultos también encontró que el 33 por ciento de los latinos entrevistados no sabían del Censo y sólo la mitad de los que sí estaban enterados planean participar.
Históricamente, los niños, trabajadores migrantes y grupos étnicos han sido difíciles de contar. Se estima que un millón de latinos no se contaron en el Censo pasado, con pérdidas significativas en fondos federales para localidades.
Las estadísticas del censo, realizado cada 10 años, ayudan a determinar la distribución de más de 400 mil millones en fondos federales, anualmente, para escuelas, clínicas comunitarias, carreteras y otros servicios, explican oficiales del Censo.
Del número de pobladores en un estado se deriva el número de sus representantes en el Congreso.
Para realizar un conteo más completo en esta edición, la Oficina del Censo está contratando a 1.4 millones de trabajadores, muchos de los cuales visitarán en abril las viviendas en las que sus ocupantes no hayan enviado sus formas por correo para recaudar la información sobre el sexo, edad, origen étnico y parentesco de los residentes.
La agencia también colabora actualmente con la Unión de Campesinos, el Fondo para la Defensa Legal y Educación de los Mexicanos Americanos y cientos de organizaciones más para disipar temores y desinformación sobre el Censo.
"El futuro de sus hijos y de sus familias dependen de ser contados," afirmó Ana Pérez, directora ejecutiva de Central American Resource Center (CARECEN), organización local que se unió a más de 12 otros grupos en una campaña enfocada a las comunidades china, filipina y latina en San Francisco. Con fondos del Censo, CARECEN enviará a voluntarios y 20 empleados de puerta en puerta al sur de la ciudad. En sus oficinas en la Misión, un trabajador del Censo contestará preguntas del público tres veces por semana.
"Es bien importante que los inmigrantes, tengan documentos o no, llenen las formas porque va a permitir que nuestra ciudad reciba recursos para apoyar a comunidades locales", agregó Pérez, quien creció en Los Angeles y ha dedicado su carrera a los derechos de los inmigrantes. "Sabemos que estamos insuficientemente representados en todos los niveles de gobierno y el no tener una idea clara de cuántos somos no nos permite abogar por mayor representación".
Por su parte, el reverendo Miguel Rivera, quien desde el año pasado dirige una campaña nacional para boicotear al Censo 2010 en ausencia de una reforma migratoria, dice que la pobreza y falta de recursos en comunidades latinas demuestra que "es una gran mentira que si no nos contamos, no recibimos fondos".
"Aun cuando nuestros hermanos son contados, siempre los parques públicos, las escuelas en nuestras colonias son las peores. ¿Por qué?", se preguntó Rivera, presidente de la Coalición Nacional Latina de Ministros y Líderes Cristianos (CONLAMIC), basada en Washington, DC. "El problema no es el dinero que el Censo dice que llega, es la corrupción de los políticos. Los oficiales electos no se interesan por los hermanos latinos indocumentados y esa es la razón por la que a nuestras comunidades no llega el dinero aun cuando hemos sido contados".
Rivera dijo que con el apoyo de los pastores de las más de 20,000 iglesias evangélicas de la red CONLAMIC —con la mayor concentración en Oakland, California— 4 millones de feligreses no participarán en el Censo.*Lee más sobre la polémica en: www.elmensajero.com.
"Nuestra posición no es anticenso, sino que está basada en la responsabilidad moral", agregó Rivera, quien ha sido ministro evangélico durante 39 años, y que también conduce un programa de radio al aire en 28 estados. "Exigimos que el Congreso de los Estados Unidos y que el presidente Barack Obama hagan algo por legalizar a nuestros hermanos indocumentados, de tal manera que puedan participar en el Censo sin temor".
En cuanto a acciones que el presidente podría tomar, Rivera enumeró un alto inmediato a las redadas laborales y a programas federales como el 287(g), a través del cual el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas entrena a departamentos de policía locales para detener a personas indocumentadas.
Pero para María Ofelia Sandoval, quien llegó a San Francisco de El Salvador hace 35 años y relata con emoción la historia de sus 65 años, contarse en el Censo es muy importante y ha invitado a sus amigos y vecinos a participar.
"¡Es una tontería que la gente no se cuente!" exclamó Sandoval, quien es residente legal y es ya jubilada. "¿Cómo es posible que haya gente que tienen a cinco hijos en las escuelas, que reciben cupones de alimentos y que no se van a contar? Si no se cuentan, sus niños van a perder muchos beneficios. Yo por eso les digo ‘cuéntense’".