March 10, 2010 | El Diario La Prensa | Articulo original

De puerta en puerta para contar a Queens

Reclutadores del Censo maximizan esfuerzos para lograr participación latina

Queens — “¡Trabajos de censo! ¡Trabajos de censo!”, gritó un trabajador del Censo por encima del ruido del tren 7 en la Avenida Roosevelt una noche fría de febrero.

“Hemos ido de puerta a puerta en toda esta área de Queens”, informó el trabajador, Dao Holley. “También repartimos estas tarjetas entre gente subiendo y bajando del subway. Las ponemos en las vitrinas de los almacenes, y también visitamos a las iglesias y los mosques”, aseguró.

Esto es solo parte del esfuerzo del Censo 2010 de captar a la gente en este rincón ‘difícil-de-contar’ de Queens.

En el 2000, menos de 55% de los hogares Corona, Elmhurst y Jackson Heights enviaron sus formularios. En East Elmhurst, el vecindario al lado, el porcentaje descendió a menos del 45%. El bajo nivel de participación se debe al alto número de inmigrantes —la mayoría de ellos hispanos— y el hacinamiento que caracteriza el área.

Como resultado del conteo bajo del 2000, el área recibió menos fondos federales. Un hospital se cerró y una escuela, P.S. 19, se convirtió una de las más sobrepobladas en el país, según informó el asambleísta del distrito, José Peralta.

“El resultado final es que si no somos contados, perdemos cientos de miles de dólares en el vecindario”, anotó Peralta.

Para aumentar el conteo aquí este año, la ciudad ha llevado a cabo una extensiva campaña. Trabajadores como Holley están reclutando mano de obra local para contar a los hogares que no envían su formulario el 1 de abril. Se han creado centros de información, y organizaciones comunitarias están despachando voluntarios para diseminar el mensaje.

Valeria Treves, directora de la organización New Immigrant Community Empowerment, NICE, explica la táctica para captar a los residentes más difíciles de contar: los inmigrantes indocumentados. “Estamos usando un modelo que llamamos el modelo de promotores. Miembros de la comunidad serán los que se acercan a las paradas de los jornaleros, los vendedores de tacos, las reuniones de Herbalife”, dijo Treves.

Según una encuesta nacional, la población hispana de Queens creció dramáticamente desde el 2000. La población ecuatoriana aumentó por 60% y la población mexicana por 30% solo entre el 2000 y el 2006, según el American Community Survey. La gran parte de estos inmigrantes nuevos viven en este rincón noroeste de Queens.

De los hispanos llegando al área — principalmente de Cuenca, Ecuador y de Puebla, México— la mayoría son hombres solteros e indocumentados que comparten casas o apartamentos. “Hay mucho hacinamiento”, aseguró Treves. “No quisiera generalizar, pero hay apartamentos en que viven hasta 12 personas”, informó.

También hay mucha gente viviendo en casas subdivididas ilegalmente o en sótanos, apuntó la organizadora. En Corona — por ejemplo— abundan sótanos habitados. Estos hogares pueden escaparse del censo porque el dueño o arrendatario no querrá revelar todos los inquilinos. “Estas cuestiones son lo que hacen esta comunidad una ‘difícil-de-contar’”, resumió Treves.

El miedo es un obstáculo también —y es más acuciante en las áreas más hacinadas de East Elmhurst y Corona. Allí, un hombre guatemalteco de 20 años, quien comparte su apartamento con 8 personas, dijo, simplemente: “No vamos a llenar el censo. Yo tengo temor a eso”. Él fue deportado a los 15 años y regresó al país a los 16.

“Por las cosas que me pasaron en el pasado, yo prefiero estar así, oculto”, asintió otro hombre, de Puebla, México, quien vende discos de música en Junction Boulevard en Corona. Él perdió su negocio, un carro de comida, cuando un policía le pidió sus documentos.

Sin embargo, gracias a los mensajes en las misas del domingo y en las noticias, muchos residentes dicen que están dispuestos a participar. De los 15 residentes hispanos que aceptaron ser entrevistados por El DIARIO/LA PRENSA, 13 dijeron que pensaban llenar el formulario, y tres dijeron que no. De los 15, todos eran indocumentados y 14 compartían sus viviendas con gente desconocida.

“Yo no tengo temor”, manifestó Francisco Avila, un ecuatoriano de 61 años, quien aseguró que va a participar a pesar de que él fue víctima de una redada en su lugar de trabajo en el 2006 y pagó una fianza de $10,000 dólares. “No sé porqué tienen miedo. Los del censo no son de Inmigración”, apuntó.

“Pienso que es un beneficio para todos”, dijo Nancy Bao, una madre de Cuenca de 36 años, quien vive en Jackson Heights y vende comida en la calle. “Yo pienso que es importante porque así nos hacemos contar y nos hacemos saber cuántos somos y lo importante que somos todos los latinos aquí en los Estados Unidos”, manifestó.

Peralta espera que haya un mejor conteo en su distrito este año que en el 2000, gracias al esfuerzo nacional y local. “El miedo es el mayor estorbo que tenemos, pero gracias a las iglesias y las organizaciones yo pienso que más gente participará”, aseveró. “Eso hará una diferencia tremenda para nuestro vecindario porque dependemos de esos dólares (del gobierno federal)… para poder financiar nuestros hospitales, para pavimentar nuestras calles, para mejorar nuestra calidad de vida”, finalizó .